domingo, 23 de junio de 2013

Ética y ciudadanía Educación cívica y ciudadanía política: las bases educativas de la conformación de una cultura política

Formar una ciudadanía democrática es una de las tareas más complicadas a la cual nos enfrentamos gobierno y ciudadanos hoy en México; construir una ciudadanía democrática es posible, siempre y cuando logremos generar cambios en nuestra cultura política. Cumplir este objetivo exige, por tanto, primero transformar nuestros valores, concepciones y actitudes hacia lo político, es decir, reconfigurar nuestras percepciones acerca del ejercicio del poder y el papel que desempeñan los diferentes actores en la escena política: instituciones, gobiernos y ciudadanía.

La ciudadanía democrática también se convirtió en un ideal para nuestra sociedad, por lo cual conviene estimular nuevos enfoques en donde se privilegie la participación de todos los agentes involucrados.  En este sentido, es necesario generar desde la escuela una comprensión amplia de la política, ejercer la autoridad de manera no arbitraria o excluyente, fortalecer la dimensión de lo público sin detrimento de lo privado y garantizar mayor autonomía a las voces ajenas al poder.

La educación cívica impulsada en las escuelas primarias y secundarias públicas puede asumir un rol fundamental como instrumento de producción de ciudadanía democrática.

La educación cívica, por otra parte, no es un conjunto de saberes teóricos acerca de la convivencia en sociedad, es, principalmente, un proceso de construcción de los sujetos en una comunidad política, vinculados por valores de reciprocidad tales como el respeto a los derechos humanos, el compromiso cívico, la responsabilidad ética, la libertad y un sentido de solidaridad. Todos estos valores deben estar presentes en la instrumentación, desarrollo y evaluación del proyecto de formación de una ciudadanía democrática.


La base de nuestro enfoque es que la escuela y el currículo, como actores fundamentales en el proceso formativo de una cultura política  democrática, deben sustentarse en un marco de respeto a los derechos humanos, dando lugar a experiencias en las que se haga efectivo el desarrollo de valores como el compromiso, la libertad, la responsabilidad y la solidaridad.



Hacia una nueva concepción de ciudadanía

La idea de ciudadano en México tiene como referente la coexistencia de diversos elementos que ayudaron a convertirla en figura central de la actividad política moderna:

a)     tiene un carácter ideal

b)     condensa en la figura de la nación soberana el fundamento del poder político

c)      fomenta un sistema representativo con dicha soberanía expresada como corolario, lo que lo transforma de principio teórico en mecanismo de gobierno, además.

d)      tiene en su Constitución un documento fundacional y rector de la vida en sociedad.

 Bajo esta concepción, la ciudadanía sólo puede existir dentro de una nación que está compuesta por individuos, lo cual coloca permanentemente al ciudadano en vía directa hacia el sufragio universal

Esa manera de concebir la ciudadanía tiene una cara negativa, pues educar ciudadanos para una nación impone restricciones: en principio, un prototipo de persona. Así lo anterior contiene importantes dificultades teóricas porque la igualdad política entraña un ideal de individuo que actúa como condición lógica y como imperativo sociológico, el ciudadano convertido en categoría abstracta permite distribuir el universo de los deberes y obligaciones en un nivel de absoluta igualdad jurídica, pero configura una relación de dependencia pasiva hacia el Estado, que, al mismo tiempo, se convierte en criterio de exclusión.
La ciudadanía abstracta lleva implícita la noción de individuo autónomo, con lo cual se acepta lo que afirma el teórico francés Pierre Rosanvallon, refiriéndose a la voluntad del ciudadano. 
En cuanto a la escuela la manera de comunicar la pertenencia en ellas es mediante el currículo oculto, con el uso de la autoridad como recurso penetrante para establecer roles, imponer reglas y transmitir contenidos, por  lo tanto el uso de la autoridad es un mecanismo de ordenamiento de los roles en la vida social, a partir de los cuales se construye un imaginario en el que se fija quién manda y quién obedece; son los profesores, por tanto, la fuente primaria de transferencia de una cultura autoritaria, vertical e inapelable que reproduce el ejercicio de la real política en las aulas.



El concepto de ciudadanía, por otra parte, tiene sentido más allá del Estado- nación. Por lo anterior, un primer reproche al cual debe ser sensible el programa de la asignatura de Formación Cívica y Ética es que el viejo modelo del ciudadano abstracto no reconoce la diversidad cultural. Así los contenidos de la asignatura Formación Cívica y Ética necesitan incorporar explícitamente el reconocimiento a la diversidad étnica existente en nuestro país e introducir un enfoque pedagógico dirigido a ese objetivo.

La asignatura Formación Cívica y Ética necesita incorporar profundamente la visión de los derechos humanos y comunicarla en sus materiales, así como en los cursos de actualización dirigidos a los profesores, directivos y personal de apoyo.

Para comprender por qué la ciudadanía necesita adoptar el enfoque basado en los derechos humanos, necesitamos definirlos primero:

el respeto a la dignidad de las personas, consiste en garantizar a cada persona el derecho de alcanzar su propia manera de realizarse, de perfeccionarse.
La perfección es un aspecto de los derechos humanos que incluye tres ámbitos de desarrollo: en lo intelectual, ofrecer la oportunidad de estudiar, reflexionar, observar o analizar su entorno a cada quien a su manera; en lo volitivo, permitirle elegir lo que le conviene de acuerdo con su propio punto de vista; pero además es corporal, pues incluye aceptar y desarrollar sus habilidades emocionales.

La ética cívica como sustento de la formación ciudadana

El foco de la asignatura de Formación Cívica y Ética busca fortalecer el objetivo de configurar las bases para una ciudadanía democrática; para ello necesita, complementariamente, centrarse en el desarrollo de competencias democráticas (Guttman, 2001), que son herramientas para transformar el conocimiento en desempeño para la vida práctica y cotidiana, en otras palabras, herramientas para enseñar a manejar el conflicto, usar el diálogo y aplicar los derechos fundamentales.

El término de competencias democráticas en este contexto se refiere a competencias cognitivas, emocionales, comunicativas e integradoras (Chaux, 2005), es decir, se orienta a la articulación de habilidades y capacidades entre sí y con los conocimientos, actitudes y procedimientos propios de la democracia que hará posible, en los estudiantes, descubrirse a sí mismos como portadores de la condición de seres humanos dignos, además de futuros ciudadanos con disposición a actuar de manera constructiva para una sociedad democrática.

La presencia de los derechos humanos.
Generar un saber práctico para hacer congruentes las prácticas sociales de respeto a la dignidad de las personas con la vida democrática.
Hacer explícitas actitudes personales hacia la organización política, esto es, los comportamientos que definen las percepciones dirigidas hacia el poder, congruentes con los principios de la democracia, serán la base para transformar la idea de acción política o, en otras palabras, imaginar otra manera de hacer política.
Programa Estratégico de Educación Cívica impulsado por el Instituto Federal Electoral (IFE) trata de corregir confusiones de comprensión y actitud hacia la democracia al proponer a esta última como “un sistema de vida” que acepta que la ciudadanía tiene un rasgo eminentemente político, lo cual mantiene sin cambios los reclamos básicos del multiculturalismo.

El objetivo central de estos programas centra su atención en que los niños, niñas y jóvenes vivan la experiencia de ser personas libres, responsables socialmente, competentes en sus prácticas ciudadanas y que fortalezcan su aprecio por la democracia.

 El currículo escolar chileno centra sus objetivos en materia de ética cívica en el desarrollo de habilidades éticas, que consisten en potenciar la capacidad y voluntad para autorregular la conducta Los valores más destacados son la autonomía personal, la promoción de altruismo, la solidaridad, el respeto por la justicia, los derechos humanos y el bien común.

En Argentina, la aprobación de un programa de Educación para la Democracia dirigió el eje central del proyecto a “identificar logros, errores y problemas pendientes, sin establecer autocensuras ideológicas o encasillamientos partidarios” En ello toma un lugar fundamental la recuperación de la memoria, el favorecer el carácter autocrítico, la recuperación de experiencias y la corrección y superación de su propia historia.



Para el Consejo Federal que acompaña al Ministerio de la Nación, la educación es un espacio decisivo para consolidar la identidad nacional y una ruta estratégica para promover el desarrollo personal, social, económico y cultural. Cuatro conceptos orientan este modelo:

a)     Una escuela abierta, donde se fomenta la memoria, la recuperación de las tradiciones y la ubicación en el contexto latinoamericano, pero sin negar la innovación

b)    Una escuela justa, democrática y solidaria que trata de impedir las distintas expresiones de la intolerancia y la arbitrariedad, en donde se confirma la responsabilidad, la autoridad de los adultos y la participación de la comunidad, así como la búsqueda de consensos

c)     Una escuela federal que asume la descentralización, haciendo cargo a los gobiernos provinciales de sus sistemas educativos, pero generando un compromiso efectivo con sus comunidades, y que acepta el contexto globalizado pero no pierde la propia identidad e identificación con  lo local

d)    Una escuela esforzada, en la que se afirma el valor del trabajo como constante para el logro de sus metas. Mediante este último concepto se impulsa el desarrollo de las capacidades y el reconocimiento del mérito de los estudiantes.

Por su parte, el sistema educativo español, a partir de la aprobación de la Ley Orgánica de Educación (LOE) en mayo de 2006, propone desarrollar una nueva ley de calidad que tiene como punto de partida generar equidad social.

La asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos impartida en primaria y secundaria es un ejemplo de cómo los españoles preparan al sujeto para su comprensión como miembro de una comunidad política internacional integrada a un mundo global, sin perder su identidad y otorgándole un peso importante al valor de la dignidad humana, el respeto, la autonomía, la pertenencia, la diversidad, las normas y reglas de convivencia, la libertad, los deberes y derechos ciudadanos y los efectos de la globalización en la vida colectiva.

Las contribuciones de las tradiciones filosóficas en la formación cívica y ética

La educación cívica tiene un valor propio como espacio para la construcción del carácter de la persona, pero además, proporciona recursos a las personas para resolver problemas de convivencia y permite discriminar entre distintos comportamientos.

El impulso de la educación cívica desde la escuela ofrece una oportunidad para entender la importancia de esforzarse por mejorar las formas de interacción e integración. Así un estudiante que aprende a respetar los derechos humanos es alguien que preserva la individualidad, exige limitar la arbitrariedad en el ejercicio del poder y fomenta sistemas de regulación moral basados en el consenso.

Tres razones de apoyo promueven esta perspectiva a favor del impulso por una ética cívica:

Primero, siempre hay un componente moral en nuestras conductas
La ética cívica contribuye a afirmar la identidad de la persona más que a suprimirla, pues fomentar la ética cívica exige a los alumnos hacerse cargo de sus compromisos con sus compañeros.
Una última razón es que la libertad y los derechos sólo pueden ejercerse en sociedades que promueven la participación de cada miembro, ya que en ellos estriba, en gran medida, la convivencia democrática.
Sin embargo la ciudadanía extensa debe reconocer los procesos de transfronterización cultural y económica que facilitan los instrumentos de comunicación como internet, pero no debe perder de vista que su marco normativo está orientado por los derechos humanos y la formación en las competencias democráticas.

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