domingo, 23 de junio de 2013

Enfoques curriculares de la Formación Cívica y Ética

Para esta ocasión les traigo los principales enfoques de la FCyE en la educación básica:  currículo, transversalidad, gestión y ambiente escolar, vinculación con la comunidad.
 Así que comencemos!

El trabajo de la FCyE le otorga una gran relevancia a la escuela como el lugar central de todo el quehacer educacional formal de la nación, de cada estado de la República, de cada municipio y comunidad en donde aquélla esté física, social y culturalmente asentada. Así la escuela es una de las mediaciones esenciales que tiene el anhelo social de bienestar y convivencia democrática, y la  FCyE hacen de la escuela el símbolo humano fundamental de transformación de las relaciones humanas sobre la base de los valores éticos.

Esta visión se ha ido elaborando de forma paulatina en los años precedentes. La reforma de la educación básica de 1993, antecedente de la actual, fue muy clara al destacar el papel de la escuela en la realización del derecho a la educación. La reforma reconocía a la escuela como una institución para todos y afirmaba que la experiencia que en ella habría de vivirse era “una condición para el ejercicio de la libertad, la justicia y la democracia”



El planteamiento de 1993,  tenía un propósito en la cual la escuela organizaría la enseñanza y el aprendizaje asegurando que los niños se formaran “éticamente mediante el conocimiento de sus derechos y deberes y la práctica de valores en su vida personal, en sus relaciones con los demás y como integrantes de la comunidad nacional”. Por el contrario  la reforma que hoy  tiene profundas raíces históricas en la formación del proyecto democrático de nación el antecedente de un esfuerzo cercano en el tiempo de reconocimiento del valor social de la escuela y de la reconstrucción de su lugar en los procesos de formación de ciudadanía.

Se trata de aprovechar la oportunidad de la Reforma de laEducación Básica para destacar la importancia de un enfoque descentralizador que logre regresarle, entregarle a las comunidades sociales las instituciones en las que se forman sus hijos-ciudadanos, las instituciones en las que las personas, poseedoras del derecho a la educación, vivirán experiencias formativas que habrán de ser uno de los sustentos primordiales del conocimiento, aprecio y vivencia de sus derechos y deberes, los propios y los de los otros.
Entonces una escuela que trabaja para la democracia tiene en el currículo el instrumento unitario e integrador de su función formativa y socializadora. Así debe de tener un ambiente diseñado para el desarrollo personal, debe ponerse mucha atención al currículo vivido, a los sujetos.



Lo anterior da lugar a resaltar una cuestión didáctica fundamental: que el currículo esté plenamente orientado al aprendizaje y al desarrollo, a la transformación de la comunidad cercana del alumno, bien sea que ésta constituya una ciudad o pueblo, o esté formada por su colonia, su barrio, su municipio, su ejido, su ranchería. Sobre esas bases comunitarias adquirirán sentido el currículo nacional y la deseada identidad y sentido de la eficacia y la pertinencia.

El reto de esta materia, es su adaptabilidad a los lugares de la vida, su capacidad de ofrecimiento de un sentido vivido cotidianamente de los valores éticos de la democracia. Por tanto este  ues un poderoso motivo para la participación de los estados en la elaboración de los planes y programas, de acuerdo con las normas actuales, y para darle mayor alcance a la descentralización de las atribuciones educacionales.

El mecanismo de la transversalidad tiene un significado y una presencia estructural en el currículo y de ello se deriva el gran requerimiento de apoyo que tiene el maestro para llevarlo al plano de la didáctica, a todo su trabajo en la escuela en corresponsabilidad con sus colegas y con los directivos; más aún, la escuela misma, con la adecuada gestión, debe expresar la transversalidad y darle soporte, pues en este mecanismo se encuentra una enorme oportunidad para la innovación.

De inmediato aparecen aquí varias pautas para la formación continua del docente:
a)     Fortalecer su conocimiento y comprensión filosófica y social acerca de los objetivos de la educación básica y del nivel particular de trabajo de cada docente;
b)    Consolidar el conocimiento del plan de estudios del nivel y del grado en el que trabaja el docente;
c)     Apoyarlo en el desarrollo de su comprensión de la estructura de relaciones que tienen las disciplinas, en tanto que son un medio para promover el aprendizaje y la maduración personal de los alumnos;
d)    Enseñar al docente, acompañarlo en esta actividad, a elaborar una planeación didáctica y un trabajo en el aula que esté sustentado en una visión transversal;
e)     La gestión educativa debe promover la especialización por nivel y grado del docente, con el fin de que otro rasgo de su desarrollo profesional pueda ser atendido, el que se refiere al conocimiento profundo de la etapa de desarrollo que está viviendo su alumnado;
f)     El docente requiere un conocimiento mayor de la FCyE que le capacite para percibir y poner en operación todos los componentes de transversalidad de la disciplina.



El mecanismo de la gestión y el ambiente escolar es fundamental para los objetivos de la FCyE. Si la gestión de la escuela toda debe estar centrada en las metas de la educación, en el aprendizaje y el desarrollo personal de todos los actores institucionales, subordinando a ello el trabajo administrativo con la ayuda de las autoridades externas a la escuela, en lo que concierne a la FCyE la exigencia crece porque es la unidad curricular especializada en atender un aspecto íntimo de la persona y de sus relaciones con los otros, es decir, los valores éticos y su expresión en la vida cívica.

La vinculación con la comunidad es un soporte esencial para las metas de la FCyE pues la escuela, no obstante su importancia cultural y formal, para los alumnos es un lugar de tránsito, una mediación para su desarrollo cognitivo, social y político, una ayuda para avanzar en su identidad ciudadana, de la cual la familia, las autoridades educativas y el conjunto de los actores gubernamentales no deben desentenderse. Así el éxito de la escuela depende, en un grado importante, de su capacidad humana y material de vinculación.
De lo anterior resulta que el docente, tiene la necesidad de apoyo en las orientaciones didácticas de su trabajo para atender de manera fructífera la vinculación. Entonces los objetivos de la reforma de la educación básica son una labor humanizadora ingente.

Tendencias generales de las temáticas abordadas en la Formación Cívica y Ética.
Pueden identificarse algunas tendencias pedagógicas en materia de formación en valores. Dos de ellas son contrarias a la formación valoral:
  • La Indoctrinación: consiste en tratar de influir, mediante procedimientos diversos pero fundamentalmente exhortativos y conductistas, sobre los juicios morales y las conductas de los sujetos, a partir de los valores propios de un grupo o de una persona.
  • La falsa neutralidad: conduce a los agentes educativos a negar que forman en valores, aduciendo su respeto a los valores propios de cada uno de sus estudiantes. Esto es contrario a la formación valoral porque no es posible educar sin formar valoralmente.
Otras, en cambio, derivan de posturas epistemológicas y pedagógicas más profundas y, por lo mismo, pueden prometer mejores resultados.
  • La tendencia prescriptiva. Al igual que la indoctrinación, desde esta visión de lo que se trata es de lograr que los estudiantes incorporen determinados valores y se comporten de determinada manera, para lo cual se recurre a la exhortación y a las metodologías conductistas del premio y el castigo. La diferencia con las tendencias indoctrinadoras estriba en que los valores que pretenden transmitir son explícitos y socialmente compartidos por la mayoría, y no propios de un grupo minoritario o persona.
  • Corriente relativista: surgida después de la Segunda Guerra Mundial ante una crisis profunda de valores, rechazan la existencia de valores universales y sostienen que entre las personas, como entre las culturas, éstos son legítimamente muy diferentes.
  • La tendencia social. En ella se parte del supuesto epistemológico de que los valores son culturales y se construyen en la relación con los demás. Esta corriente asume la definición de los valores morales como valores sociales.
  • La tendencia evolutiva del desarrollo del juicio moral. Esta corriente sostiene que los seres humanos evolucionan en su capacidad de ir definiendo criterios, de creciente nivel de complejidad y de perspectiva, de juicio moral.
  • La tendencia vivencial. Esta corriente sostiene que los valores se forman experimentándolos.



Estas corrientes de pensamiento pedagógico sobre cómo formar en valores se aplican a diferentes áreas de desarrollo de los valores, tales como:
  • La equidad de género esta tiene su base, en el respeto al otro y a la otra, respeto que se basa en el convencimiento de que los seres humanos tienen semejanzas esenciales y diferencias que deben reconocerse, valorarse y, cuando es necesario, protegerse.
  • La formación ciudadana o para la democracia: implica un conjunto de conocimientos básicos sobre la organización de nuestra sociedad y de nuestro gobierno, sobre las leyes que nos rigen, sobre lo que se entiende por democracia como forma de gobierno y como forma de vida.
  • La educación en derechos humanos parte del conocimiento y del reconocimiento de cada quien como ser humano con derechos semejantes a los otros seres humanos
  • La educación para el medio ambiente tiene una fuerte dosis de conocimientos, cómo consumimos, cómo nos transportamos, qué hacemos con la basura, si respetamos o no los recursos naturales y la educación para el medio ambiente también descansa fuertemente en las tres tendencias de formación valoral, y especialmente en la pedagogía de análisis de la realidad y de solución de problemas, así como en el diálogo y el trabajo en equipo.
  • La educación intercultural Supone llegar a la convicción personal profunda de que todo ser humano es digno de respeto, independientemente de sus creencias religiosas, de su raza, de su sexo, o de la cultura a la que pertenece.

De la formación con sentido nacional(ista) a la ciudadanía de la “aldea global”
Un rasgo que ha caracterizado a la formación ciudadana en México es su carácter nacionalista. Este sentido nacionalista ha impregnado, desde el siglo XIX, la orientación de la educación dirigida a grandes sectores de la población, con la finalidad de desarrollar sentimientos de lealtad a la nación y a las instituciones del Estado que la representan.
Entre los elementos que diversos autores han considerado como propios del nacionalismo se encuentran: la experiencia de un pasado común, el reconocimiento de un territorio y un gobierno compartidos, el contacto estrecho y rutinario entre sus pobladores, ciertas características y un lenguaje compartido, así como la voluntad para llevar a cabo tareas comunes.

Maya y Silva (1988) consideran cuatro dimensiones del nacionalismo que la escuela básica fomenta en los alumnos: una dimensión valorativa simbólica patriotismo; una dimensión económica que alude al proyecto económico de la nación; una dimensión política que refiere a la autonomía política, al rechazo a los intervencionismos y la vigencia de las instituciones republicanas; y una dimensión cultural que concierne a diversas manifestaciones culturales, étnicas y regionales.
El nacionalismo, como una herramienta de la unidad nacional, se vinculó con la idea del mestizaje. Tanto los liberales decimonónicos como el porfirismo y los gobiernos revolucionarios consideraron el elemento indígena como una condición local y comunitaria que debía superarse mediante la adhesión a una imagen homogeneizante de los mexicanos.
Las diferencias étnicas, económicas, culturales, sociales son un elemento al que se presta atención de manera reciente como componente de la identidad nacional mexicana. Con ello, el nacionalismo comienza a vincularse con la democracia como mecanismo para la inclusión, la expresión de diferencias y la participación, ancladas en el conocimiento y análisis de las condiciones que generan diferencias.
Es así como el sentido de pertenencia a la nación requiere fortalecerse en sus aspectos sociales, económicos y políticos para que contribuya a una formación de sujetos que se moverán en una sociedad interconectada e interdependiente.

La Formación Cívica y Ética en el proceso de articulación de la educación básica
La Formación Cívica y Ética se encuentra presente en el currículo de preescolar, primaria y secundaria, y se ubica en el campo formativo denominado Desarrollo personal y para la convivencia. Los planteamientos relativos al Desarrollo personal y social, en la educación preescolar, así como las asignaturas de Formación Cívica y Ética de primaria y secundaria contienen elementos que hacen factible una articulación curricular de los tres niveles, desde los contenidos que se plantean para este campo de formación. Lo anterior tiene que ver con que las propuestas se estructuran en torno a competencias y, para el caso de primaria y secundaria, los programas se organizan a partir de la secuenciación de competencias cívicas y éticas.
En el caso del preescolar, las competencias relativas al Desarrollo personal y social son consistentes con las competencias de los demás campos formativos que integran este nivel. En cuanto a las competencias de primaria y secundaria, su definición parte de una secuencia general que comprende toda la primaria y la secundaria.



Es evidente la necesidad de evaluar las características de la articulación que se logra en este campo formativo a partir del currículo. En este esfuerzo de articulación, donde se tienen en cuenta los niveles de desarrollo de los alumnos y no solamente contenidos temáticos, se precisa considerar con mayor fuerza los contextos sociales y culturales en que viven y se desarrollan los educandos
Así mismo el maestro y la práctica docente, los medios y materiales de apoyo, la gestión escolar y los alumnos, resultan de especial importancia las prácticas y las experiencias de creciente complejidad que cada nivel educativo puede ofrecer a los alumnos para aprender a deliberar, participar, dialogar, vivir sus derechos, expresar sus ideas.

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