domingo, 23 de junio de 2013

Ética y ciudadanía Educación cívica y ciudadanía política: las bases educativas de la conformación de una cultura política

Formar una ciudadanía democrática es una de las tareas más complicadas a la cual nos enfrentamos gobierno y ciudadanos hoy en México; construir una ciudadanía democrática es posible, siempre y cuando logremos generar cambios en nuestra cultura política. Cumplir este objetivo exige, por tanto, primero transformar nuestros valores, concepciones y actitudes hacia lo político, es decir, reconfigurar nuestras percepciones acerca del ejercicio del poder y el papel que desempeñan los diferentes actores en la escena política: instituciones, gobiernos y ciudadanía.

La ciudadanía democrática también se convirtió en un ideal para nuestra sociedad, por lo cual conviene estimular nuevos enfoques en donde se privilegie la participación de todos los agentes involucrados.  En este sentido, es necesario generar desde la escuela una comprensión amplia de la política, ejercer la autoridad de manera no arbitraria o excluyente, fortalecer la dimensión de lo público sin detrimento de lo privado y garantizar mayor autonomía a las voces ajenas al poder.

La educación cívica impulsada en las escuelas primarias y secundarias públicas puede asumir un rol fundamental como instrumento de producción de ciudadanía democrática.

La educación cívica, por otra parte, no es un conjunto de saberes teóricos acerca de la convivencia en sociedad, es, principalmente, un proceso de construcción de los sujetos en una comunidad política, vinculados por valores de reciprocidad tales como el respeto a los derechos humanos, el compromiso cívico, la responsabilidad ética, la libertad y un sentido de solidaridad. Todos estos valores deben estar presentes en la instrumentación, desarrollo y evaluación del proyecto de formación de una ciudadanía democrática.


La base de nuestro enfoque es que la escuela y el currículo, como actores fundamentales en el proceso formativo de una cultura política  democrática, deben sustentarse en un marco de respeto a los derechos humanos, dando lugar a experiencias en las que se haga efectivo el desarrollo de valores como el compromiso, la libertad, la responsabilidad y la solidaridad.



Hacia una nueva concepción de ciudadanía

La idea de ciudadano en México tiene como referente la coexistencia de diversos elementos que ayudaron a convertirla en figura central de la actividad política moderna:

a)     tiene un carácter ideal

b)     condensa en la figura de la nación soberana el fundamento del poder político

c)      fomenta un sistema representativo con dicha soberanía expresada como corolario, lo que lo transforma de principio teórico en mecanismo de gobierno, además.

d)      tiene en su Constitución un documento fundacional y rector de la vida en sociedad.

 Bajo esta concepción, la ciudadanía sólo puede existir dentro de una nación que está compuesta por individuos, lo cual coloca permanentemente al ciudadano en vía directa hacia el sufragio universal

Esa manera de concebir la ciudadanía tiene una cara negativa, pues educar ciudadanos para una nación impone restricciones: en principio, un prototipo de persona. Así lo anterior contiene importantes dificultades teóricas porque la igualdad política entraña un ideal de individuo que actúa como condición lógica y como imperativo sociológico, el ciudadano convertido en categoría abstracta permite distribuir el universo de los deberes y obligaciones en un nivel de absoluta igualdad jurídica, pero configura una relación de dependencia pasiva hacia el Estado, que, al mismo tiempo, se convierte en criterio de exclusión.
La ciudadanía abstracta lleva implícita la noción de individuo autónomo, con lo cual se acepta lo que afirma el teórico francés Pierre Rosanvallon, refiriéndose a la voluntad del ciudadano. 
En cuanto a la escuela la manera de comunicar la pertenencia en ellas es mediante el currículo oculto, con el uso de la autoridad como recurso penetrante para establecer roles, imponer reglas y transmitir contenidos, por  lo tanto el uso de la autoridad es un mecanismo de ordenamiento de los roles en la vida social, a partir de los cuales se construye un imaginario en el que se fija quién manda y quién obedece; son los profesores, por tanto, la fuente primaria de transferencia de una cultura autoritaria, vertical e inapelable que reproduce el ejercicio de la real política en las aulas.



El concepto de ciudadanía, por otra parte, tiene sentido más allá del Estado- nación. Por lo anterior, un primer reproche al cual debe ser sensible el programa de la asignatura de Formación Cívica y Ética es que el viejo modelo del ciudadano abstracto no reconoce la diversidad cultural. Así los contenidos de la asignatura Formación Cívica y Ética necesitan incorporar explícitamente el reconocimiento a la diversidad étnica existente en nuestro país e introducir un enfoque pedagógico dirigido a ese objetivo.

La asignatura Formación Cívica y Ética necesita incorporar profundamente la visión de los derechos humanos y comunicarla en sus materiales, así como en los cursos de actualización dirigidos a los profesores, directivos y personal de apoyo.

Para comprender por qué la ciudadanía necesita adoptar el enfoque basado en los derechos humanos, necesitamos definirlos primero:

el respeto a la dignidad de las personas, consiste en garantizar a cada persona el derecho de alcanzar su propia manera de realizarse, de perfeccionarse.
La perfección es un aspecto de los derechos humanos que incluye tres ámbitos de desarrollo: en lo intelectual, ofrecer la oportunidad de estudiar, reflexionar, observar o analizar su entorno a cada quien a su manera; en lo volitivo, permitirle elegir lo que le conviene de acuerdo con su propio punto de vista; pero además es corporal, pues incluye aceptar y desarrollar sus habilidades emocionales.

La ética cívica como sustento de la formación ciudadana

El foco de la asignatura de Formación Cívica y Ética busca fortalecer el objetivo de configurar las bases para una ciudadanía democrática; para ello necesita, complementariamente, centrarse en el desarrollo de competencias democráticas (Guttman, 2001), que son herramientas para transformar el conocimiento en desempeño para la vida práctica y cotidiana, en otras palabras, herramientas para enseñar a manejar el conflicto, usar el diálogo y aplicar los derechos fundamentales.

El término de competencias democráticas en este contexto se refiere a competencias cognitivas, emocionales, comunicativas e integradoras (Chaux, 2005), es decir, se orienta a la articulación de habilidades y capacidades entre sí y con los conocimientos, actitudes y procedimientos propios de la democracia que hará posible, en los estudiantes, descubrirse a sí mismos como portadores de la condición de seres humanos dignos, además de futuros ciudadanos con disposición a actuar de manera constructiva para una sociedad democrática.

La presencia de los derechos humanos.
Generar un saber práctico para hacer congruentes las prácticas sociales de respeto a la dignidad de las personas con la vida democrática.
Hacer explícitas actitudes personales hacia la organización política, esto es, los comportamientos que definen las percepciones dirigidas hacia el poder, congruentes con los principios de la democracia, serán la base para transformar la idea de acción política o, en otras palabras, imaginar otra manera de hacer política.
Programa Estratégico de Educación Cívica impulsado por el Instituto Federal Electoral (IFE) trata de corregir confusiones de comprensión y actitud hacia la democracia al proponer a esta última como “un sistema de vida” que acepta que la ciudadanía tiene un rasgo eminentemente político, lo cual mantiene sin cambios los reclamos básicos del multiculturalismo.

El objetivo central de estos programas centra su atención en que los niños, niñas y jóvenes vivan la experiencia de ser personas libres, responsables socialmente, competentes en sus prácticas ciudadanas y que fortalezcan su aprecio por la democracia.

 El currículo escolar chileno centra sus objetivos en materia de ética cívica en el desarrollo de habilidades éticas, que consisten en potenciar la capacidad y voluntad para autorregular la conducta Los valores más destacados son la autonomía personal, la promoción de altruismo, la solidaridad, el respeto por la justicia, los derechos humanos y el bien común.

En Argentina, la aprobación de un programa de Educación para la Democracia dirigió el eje central del proyecto a “identificar logros, errores y problemas pendientes, sin establecer autocensuras ideológicas o encasillamientos partidarios” En ello toma un lugar fundamental la recuperación de la memoria, el favorecer el carácter autocrítico, la recuperación de experiencias y la corrección y superación de su propia historia.



Para el Consejo Federal que acompaña al Ministerio de la Nación, la educación es un espacio decisivo para consolidar la identidad nacional y una ruta estratégica para promover el desarrollo personal, social, económico y cultural. Cuatro conceptos orientan este modelo:

a)     Una escuela abierta, donde se fomenta la memoria, la recuperación de las tradiciones y la ubicación en el contexto latinoamericano, pero sin negar la innovación

b)    Una escuela justa, democrática y solidaria que trata de impedir las distintas expresiones de la intolerancia y la arbitrariedad, en donde se confirma la responsabilidad, la autoridad de los adultos y la participación de la comunidad, así como la búsqueda de consensos

c)     Una escuela federal que asume la descentralización, haciendo cargo a los gobiernos provinciales de sus sistemas educativos, pero generando un compromiso efectivo con sus comunidades, y que acepta el contexto globalizado pero no pierde la propia identidad e identificación con  lo local

d)    Una escuela esforzada, en la que se afirma el valor del trabajo como constante para el logro de sus metas. Mediante este último concepto se impulsa el desarrollo de las capacidades y el reconocimiento del mérito de los estudiantes.

Por su parte, el sistema educativo español, a partir de la aprobación de la Ley Orgánica de Educación (LOE) en mayo de 2006, propone desarrollar una nueva ley de calidad que tiene como punto de partida generar equidad social.

La asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos impartida en primaria y secundaria es un ejemplo de cómo los españoles preparan al sujeto para su comprensión como miembro de una comunidad política internacional integrada a un mundo global, sin perder su identidad y otorgándole un peso importante al valor de la dignidad humana, el respeto, la autonomía, la pertenencia, la diversidad, las normas y reglas de convivencia, la libertad, los deberes y derechos ciudadanos y los efectos de la globalización en la vida colectiva.

Las contribuciones de las tradiciones filosóficas en la formación cívica y ética

La educación cívica tiene un valor propio como espacio para la construcción del carácter de la persona, pero además, proporciona recursos a las personas para resolver problemas de convivencia y permite discriminar entre distintos comportamientos.

El impulso de la educación cívica desde la escuela ofrece una oportunidad para entender la importancia de esforzarse por mejorar las formas de interacción e integración. Así un estudiante que aprende a respetar los derechos humanos es alguien que preserva la individualidad, exige limitar la arbitrariedad en el ejercicio del poder y fomenta sistemas de regulación moral basados en el consenso.

Tres razones de apoyo promueven esta perspectiva a favor del impulso por una ética cívica:

Primero, siempre hay un componente moral en nuestras conductas
La ética cívica contribuye a afirmar la identidad de la persona más que a suprimirla, pues fomentar la ética cívica exige a los alumnos hacerse cargo de sus compromisos con sus compañeros.
Una última razón es que la libertad y los derechos sólo pueden ejercerse en sociedades que promueven la participación de cada miembro, ya que en ellos estriba, en gran medida, la convivencia democrática.
Sin embargo la ciudadanía extensa debe reconocer los procesos de transfronterización cultural y económica que facilitan los instrumentos de comunicación como internet, pero no debe perder de vista que su marco normativo está orientado por los derechos humanos y la formación en las competencias democráticas.

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Docencia y didáctica


El perfil del docente de Formación Cívica y Ética: la formulación de estándares para la formación y evaluación de sus competencias.

Los docentes son los actores principales de la aplicación de las reformas curriculares, las cuales, como señala Perrenoud (2001), fracasan cuando sólo se exponen bellas ideas pero no se establecen los medios pertinentes para aplicarlas, cuando no se construyen las condiciones necesarias para aplicar el currículo prescrito. La formación y actualización de docentes, junto con la elaboración de materiales didácticos y de divulgación, son recursos fundamentales para que el profesorado y personal directivo comprendan el contenido de la reforma y desarrollen las competencias profesionales necesarias para aplicarla.

Cuando se habla de formación docente se alude a tres aspectos: los perfiles profesionales de los docentes en su formación inicial; los ejes de la actualización del docente en la práctica y el modelo bajo el cual se gestiona la misma, expresado en los procesos formativos que se despliegan, y los agentes que en ella intervienen.

Los perfiles docentes y los estándares para la formación docente

La naturaleza de la FCyE precisa que los docentes sean sujetos autónomos, con capacidad crítica y con competencias para desarrollar en el alumnado el juicio moral y el pensamiento crítico; para fortalecer en ellos los factores de protección de riegos, la identidad, la autoestima y la asertividad; para formar ciudadanos conscientes de sus derechos, participativos respetuosos de la ley, de la diversidad y de la dignidad humana.

Algunos criterios según Colombia  establece un perfil y estándares para la formación y el desempeño docente  que son:

Sobre los derechos fundamentales
Sobre los mecanismos de participación en un sistema democrático
Sobre el uso de los mecanismos de participación democrática
Toma de perspectiva
Interpretación de intenciones
Generación de opciones
Consideración de consecuencias
Metacognición
Pensamiento crítico
Identificación y manejo de las propias emociones
Empatía
Identificación de las emociones de los demás
Escucha activa
Asertividad
En México, en la educación media superior se ha definido un perfil para el docente a partir del perfil del egresado de bachillerato, pues se plantea la necesidad de congruencia aunque se reconoce que los perfiles de unos y de otros no deben ser simétricos



En educación básica aún no existen estándares para la FCyE que orienten la formación inicial y la actualización de los docentes, pero existe un perfil profesional implícito en la literatura especializada, en el enfoque de competencias, en el PIFCyE, en el programa de la asignatura de Formación Cívica y Ética para educación secundaria, en el Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades docentes para Formación Cívica y Ética, en los cursos de actualización  de docentes en servicio y en el libro para el docente.

El Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes para Formación

Cívica y Ética destaca ciertos rasgos del perfil del docente de esta asignatura, principalmente el referido al conocimiento del programa, de su enfoque y de los ejes temáticos:

Dominio de contenidos curriculares: Se refiere a los principios y orientaciones que promueven en el adolescente el desarrollo personal y social para que se reconozca como persona libre y responsable de sus acciones, y a su vez, participe en el mejoramiento de la sociedad de la que forma parte.
Competencias didácticas: Se refiere a las competencias para generar y poner en práctica formas de enseñanza que estimulen el desarrollo de habilidades y actitudes que permitan a los adolescentes construir aprendizajes superiores.
Habilidades intelectuales específicas: Se refiere al desarrollo de procedimientos formativos como el diálogo, la toma de decisiones y la solución de problemas mediante experiencias de aprendizaje que permitan al alumno asumir una postura ética en torno a situaciones personales y sociales.
Normatividad, gestión y ética docente: Se refiere a los principios éticos que el docente incorpora en función de las bases filosóficas, legales y organizativas del sistema educativo mexicano para ofrecer una educación de calidad.

Capacidad de organizar una experiencia educativa problematizadora y crítica


La FCyE implica educar en un contexto de contradicciones: educar para la democracia en un contexto autoritario, formar en valores en situaciones de crisis, educar para la paz en medio de la cultura de la violencia. Esto implica vincular la experiencia educativa con el contexto y con situaciones socialmente relevantes, así como promover un saber hacer sustentado en sólidos conocimientos teóricos y orientado por normas, valores y actitudes definidas autónomamente y traducidas en acciones y aplicar las estrategias didácticas ticas que favorezcan la construcción de conocimientos, el aprendizaje situado, así como el desarrollo de habilidades para la resolución de problemas.

Aplicar una pedagogía de la ternura y crear un clima socioafectivo

Se espera que el docente de FCyE establezca una relación pedagógica socioafectiva, dialógica, de confianza y de respeto, lo que implica un profesor que: propicie la construcción de identidades sólidas, individuales y colectivas, basadas en la conciencia de la dignidad; construya un clima emocional en el aula mediante la comunicación, la confianza, la cooperación y el respeto; busque la congruencia y la consistencia emocional, moral y formativa, lo que implica mantener una postura de neutralidad activa y el autocontrol de las emociones; promueva relaciones interpersonales cálidas, responsables y comprometidas, para convertir el salón de clase en un lugar agradable, de respeto y sinceridad.

Promover el desarrollo moral autónomo del alumnado

Pretende “Brindar al alumnado una sólida formación ética que favorezca su capacidad de juicio y de acción moral, mediante la reflexión y análisis críticos de su persona y del mundo en que viven, con apego a los principios fundamentales de los derechos humanos, los valores de la democracia y las leyes”. Para el cumplimiento de este propósito, en el libro del maestro se señala que su trabajo “consiste en proporcionar a sus alumnas y alumnos experiencias de aprendizaje que posibiliten el desarrollo de su razonamiento moral en la medida en que se los permita su desarrollo cognitivo”.



Fomentar la responsabilidad y la autonomía en el alumnado

La responsabilidad individual y social del alumnado supone que éste responda por sus actos y decisiones, que se comprometa a hacer lo que le corresponde, por convicción y compromiso consigo mismo. Para el docente, esto implica: reconocer que el estudiante es capaz de interesarse genuinamente en su proceso de aprendizaje, organizarlo y asumir de manera responsable las tareas que éste le exige; favorecer la cooperación y apoyo mutuo entre los escolares mediante actividades como redes de aprendizaje, tutorías o programas de monitores; orientar al alumnado en la toma de decisiones responsables y en el establecimiento de límites de manera autónoma; y plantear al alumno situaciones que impliquen la resolución de problemas por cuenta propia.

Respetar la diversidad

El respeto a la diversidad implica valorar las diferencias humanas, tomar conciencia de las semejanzas y de la interdependencia entre las personas, reconocer al otro y desmontar sus propios prejuicios. El profesorado tendría que favorecer el descubrimiento del otro por medio del conocimiento de sí mismo, con el fin de que comprenda a quienes son diferentes a sí, valore la pluralidad y cuestione la diferenciación y la exclusión.                                                                       



Propiciar las prácticas democráticas y el compromiso con la transformación del entorno

En la FCyE se pretende “Fortalecer en la niñez una cultura política democrática, entendida como la participación activa en asuntos de interés colectivo para la construcción de formas de vida incluyentes, equitativas, interculturales y solidarias, que enriquezcan su sentido de pertenencia a su comunidad, su país y la humanidad”. El logro de este propósito exige al docente: un alto nivel de información y conocimientos sobre el país en general y el sistema político en particular, así como la conciencia de sus propios derechos; que posea las competencias necesarias para participar en asuntos públicos, para dialogar y deliberar, tomar decisiones, organizarse y resolver de manera no violenta los conflictos.

La formación inicial y en servicio de los profesionales educativo

En México, el proceso de reforma de las escuelas normales se ubica en señalar que “si uno de los aportes estratégicos de los sistemas educativos es desarrollar competencias y capacidades en los niños y jóvenes para toda la vida, esto implica para países como México llevar a cabo profundos cambios en las estructuras de enseñanza y los estilos de aprendizajes. Asimismo, adquiere una renovada relevancia la formación profesional de los docentes formados y entrenados con las nuevas visiones del aprendizaje”

La formación inicial

La evaluación de los procesos vigentes de formación inicial y de actualización, así como la detección de necesidades formativas son elementos básicos para la elaboración de programas que formen o actualicen a los docentes en el desarrollo de las competencias profesionales requeridas en el marco de los nuevos programas de educación básica y, específicamente, en el campo de la Formación Cívica y Ética.

Las escuelas formadoras de docentes reconocen la importancia de contar con profesionales que estén altamente preparados en el enfoque de competencias que prevalece en los nuevos programas, lo que implica adecuar los procesos de formación docente para que sus conocimientos y habilidades tengan un vínculo con el perfil deseado para el egresado de la educación básica.

La formación continúa

En el contexto de una reforma curricular es indispensable la actualización pedagógica y de contenidos de los docentes, pues las actitudes, creencias y percepciones, necesidades y expectativas que éstos tienen ante la misma, así como las competencias que reconocen tener pueden influir en el destino de la reforma.

Esta situación le corresponde a la Dirección General de Formación Continua de Maestros en Servicio (DGFCMS) desplegar procesos formativos, en coordinación con el Sistema Estatal de Formación Continua y Superación Profesional de Maestros en Servicio, con las instituciones de educación superior y con los centros de investigación educativa. En este proceso, se identifican tres ámbitos: la comunicación de los contenidos y materiales de la reforma, desplegada mediante

pláticas, conferencias, talleres breves y distribución de materiales; la actualización, realizada mediante cursos, talleres, seminarios, asesorías y conferencias; así como la superación profesional, en la que se ofrecen diplomados, especialización, maestrías y doctorados.

La didáctica en la Formación Cívica y Ética: estilos, prácticas docentes, uso de recursos educativos Preámbulo: una didáctica para la vida

La didáctica en la FCyE debe estar caracterizada por una orientación esencial, la de ser para la vida, con un sentido doble: para atender la vida actual de los estudiantes con sus necesidades de aprendizaje y de socialización, así como sus anhelos de bienestar, por una parte, y por otra, ser para la vida que se proyecta como manifestación de la eficacia de la formación escolar.

En el siglo XXI se ha ampliado las necesidades sociales y los desafíos para la educación y que ha hecho urgente la construcción de cuatro pilares: aprender a conocer como vía para comprender el mundo y para lograr una vida digna con el desarrollo de capacidades profesionales y la comunicación con los demás; aprender a hacer, es decir, adaptar la enseñanza a un mercado de trabajo que no es totalmente previsible; aprender a vivir juntos,  pues la violencia amenaza la esperanza de progreso de la humanidad, y, finalmente, aprender a ser, ante la amenaza de un mundo deshumanizado, con una educación que forme el pensamiento crítico y la competencia para tomar decisiones autónomas.

Los estilos

La didáctica nos coloca en el plano de la práctica, el de la realización de un ideal teórico de formación mediante la integración de procedimientos y medios; ello da lugar a los estilos de la educación. Los siguientes son algunos estilos didácticos para la FCyE:

Estilo abierto a la historia de la pedagogía,  es una manera, entre otras, de reconocer e incorporar la multiculturalidad en la vida de la escuela y del aula, y se sostiene en el trabajo transversal con la Historia y, al interior de la FCyE, en el hilo conductor de los derechos humanos.
Estilo inteligente capacidad para resolver problemas, o para elaborar productos que son de gran valor para un determinado contexto comunitario o cultural Y  su propósito es nada menos que formar ciudadanos con personalidad democrática, según el conjunto de competencias que los planes y programas de educación básica establecen.
acción dialoganteque se expresa en la convivencia incluyente que tiene su punto de partida en el reconocimiento de la igualdad de cada actor en el aula y la escuela.
Oposición que puede comprenderse como una dimensión del pensamiento crítico, pues significa aprender a leer el mundo, a conocerlo e interpretarlo para hacer posible el proceso educativo por medio de la comunicación humana.
Sentido de formación integral este estilo hace referencia a una forma de trabajar que está abierta y atenta al proceso interno de la significatividad del aprendizaje intelectual y valoral, y al ascenso en los niveles de la conciencia humana y sus procesos de integración.
Decisional. El individuo, el grupo y la comunidad se desarrollan y crecen, se hacen competentes, en tanto toman decisiones sobre los asuntos que les conciernen, tanto los previstos en el currículo formal como los de la vida cotidiana.
Transformacional, que está en la base curricular de la FCyE y que, a la vez, se desprende de sus propósitos: la vida social debe recibir de la escuela un claro impulso para el cambio, de acuerdo con los diversos valores políticos, económicos, cognitivos y éticos.

Las prácticas

La didáctica para la FCyE puede apoyarse en varios enfoques teóricos y pedagógicos y ejercerse con una variedad de prácticas. Flavell afirma que el proceso del conocimiento social:

1)     saber de la existencia de un objeto del mundo social

2)     la disposición para pensar en determinado aspecto del conocimiento social en una situación propicia,

3)     “tener la habilidad para representarse con éxito ese determinado aspecto del conocimiento social”

4)     aplicar en la conducta el resultado de la representación o inferencia hecha en el proceso anterior.

Turiel describe “tres ámbitos que surgen como resultado de distintas formas de interacción social”

1)     El ámbito psicológico del “conocimiento de las personas y sus relaciones”, las causas de su conducta o el efecto de la conducta de una persona sobre otra.

2)     El ámbito societal o “conocimiento de los sistemas de relaciones sociales”, como las normas, roles, formas de organización.

3)     El ámbito moral, el “conocimiento sobre cómo deben ser las relaciones sociales (concepto de justicia)”

Las prácticas son:

Primera. En el enfoque cognitivo-evolutivo de la educación moral se encuentran las prácticas derivadas del trabajo de L. Kohlberg y de J. Rest, y pueden tenerse en cuenta los procedimientos de análisis y de resolución de dilemas morales reales vividos en la escuela y fuera de ella, así como el trabajo para hacer de la escuela una comunidad justa, en la medida que se aprende a dialogar y a decidir sobre asuntos de interés común.
Segunda. Un conjunto valioso de prácticas es propuesto por Puig en su enfoque de la construcción de la personalidad moral. La moral, afirma, “es una construcción o reconstrucción personal y colectiva de formas morales valiosas”.
Tercera. Otra fuente importante de prácticas es el enfoque de la formación del carácter de Lickona (1992), para quien los valores centrales son el respeto y la responsabilidad; propone estrategias para la educación en valores en el aula y la escuela.
Cuarta. Los derechos humanos se han ido constituyendo, a lo largo de los años, como el motivo y contenido central de una educación en valores o, bien, de la educación para la ciudadanía y la democracia.
Quinta. Un enfoque relevante para el fomento de las competencias de la FCyE lo constituye la filosofía para niños, sobre todo por el énfasis que ha puesto en la necesidad de apoyar la transformación educativa, volviendo a poner al alumno y su desarrollo cognitivo y cívico como centro del proceso educacional

Los recursos educativos

El recurso educativo básico en la FCyE, como en toda la escuela, son las personas; no quiere decirse con esto que se les instrumentalice, sino que, por su dignidad y derechos, ellas son prioritarias y a partir de ellas todo otro tipo de recurso o medio educativo debe ser juzgado en su idoneidad. Como se trata de la formación ética, todo recurso debe ser identificado, examinado, seleccionado y acondicionado al trabajo escolar en tanto que le sea atribuible una categoría o rasgo ético.

Finalmente se trata de orientar el desarrollo profesional del docente hacia la adquisición de un pensamiento educativo personal, en el que se asiente la identidad profesional y de donde surja la reflexión acerca de la propia práctica magisterial.



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Enfoques curriculares de la Formación Cívica y Ética

Para esta ocasión les traigo los principales enfoques de la FCyE en la educación básica:  currículo, transversalidad, gestión y ambiente escolar, vinculación con la comunidad.
 Así que comencemos!

El trabajo de la FCyE le otorga una gran relevancia a la escuela como el lugar central de todo el quehacer educacional formal de la nación, de cada estado de la República, de cada municipio y comunidad en donde aquélla esté física, social y culturalmente asentada. Así la escuela es una de las mediaciones esenciales que tiene el anhelo social de bienestar y convivencia democrática, y la  FCyE hacen de la escuela el símbolo humano fundamental de transformación de las relaciones humanas sobre la base de los valores éticos.

Esta visión se ha ido elaborando de forma paulatina en los años precedentes. La reforma de la educación básica de 1993, antecedente de la actual, fue muy clara al destacar el papel de la escuela en la realización del derecho a la educación. La reforma reconocía a la escuela como una institución para todos y afirmaba que la experiencia que en ella habría de vivirse era “una condición para el ejercicio de la libertad, la justicia y la democracia”



El planteamiento de 1993,  tenía un propósito en la cual la escuela organizaría la enseñanza y el aprendizaje asegurando que los niños se formaran “éticamente mediante el conocimiento de sus derechos y deberes y la práctica de valores en su vida personal, en sus relaciones con los demás y como integrantes de la comunidad nacional”. Por el contrario  la reforma que hoy  tiene profundas raíces históricas en la formación del proyecto democrático de nación el antecedente de un esfuerzo cercano en el tiempo de reconocimiento del valor social de la escuela y de la reconstrucción de su lugar en los procesos de formación de ciudadanía.

Se trata de aprovechar la oportunidad de la Reforma de laEducación Básica para destacar la importancia de un enfoque descentralizador que logre regresarle, entregarle a las comunidades sociales las instituciones en las que se forman sus hijos-ciudadanos, las instituciones en las que las personas, poseedoras del derecho a la educación, vivirán experiencias formativas que habrán de ser uno de los sustentos primordiales del conocimiento, aprecio y vivencia de sus derechos y deberes, los propios y los de los otros.
Entonces una escuela que trabaja para la democracia tiene en el currículo el instrumento unitario e integrador de su función formativa y socializadora. Así debe de tener un ambiente diseñado para el desarrollo personal, debe ponerse mucha atención al currículo vivido, a los sujetos.



Lo anterior da lugar a resaltar una cuestión didáctica fundamental: que el currículo esté plenamente orientado al aprendizaje y al desarrollo, a la transformación de la comunidad cercana del alumno, bien sea que ésta constituya una ciudad o pueblo, o esté formada por su colonia, su barrio, su municipio, su ejido, su ranchería. Sobre esas bases comunitarias adquirirán sentido el currículo nacional y la deseada identidad y sentido de la eficacia y la pertinencia.

El reto de esta materia, es su adaptabilidad a los lugares de la vida, su capacidad de ofrecimiento de un sentido vivido cotidianamente de los valores éticos de la democracia. Por tanto este  ues un poderoso motivo para la participación de los estados en la elaboración de los planes y programas, de acuerdo con las normas actuales, y para darle mayor alcance a la descentralización de las atribuciones educacionales.

El mecanismo de la transversalidad tiene un significado y una presencia estructural en el currículo y de ello se deriva el gran requerimiento de apoyo que tiene el maestro para llevarlo al plano de la didáctica, a todo su trabajo en la escuela en corresponsabilidad con sus colegas y con los directivos; más aún, la escuela misma, con la adecuada gestión, debe expresar la transversalidad y darle soporte, pues en este mecanismo se encuentra una enorme oportunidad para la innovación.

De inmediato aparecen aquí varias pautas para la formación continua del docente:
a)     Fortalecer su conocimiento y comprensión filosófica y social acerca de los objetivos de la educación básica y del nivel particular de trabajo de cada docente;
b)    Consolidar el conocimiento del plan de estudios del nivel y del grado en el que trabaja el docente;
c)     Apoyarlo en el desarrollo de su comprensión de la estructura de relaciones que tienen las disciplinas, en tanto que son un medio para promover el aprendizaje y la maduración personal de los alumnos;
d)    Enseñar al docente, acompañarlo en esta actividad, a elaborar una planeación didáctica y un trabajo en el aula que esté sustentado en una visión transversal;
e)     La gestión educativa debe promover la especialización por nivel y grado del docente, con el fin de que otro rasgo de su desarrollo profesional pueda ser atendido, el que se refiere al conocimiento profundo de la etapa de desarrollo que está viviendo su alumnado;
f)     El docente requiere un conocimiento mayor de la FCyE que le capacite para percibir y poner en operación todos los componentes de transversalidad de la disciplina.



El mecanismo de la gestión y el ambiente escolar es fundamental para los objetivos de la FCyE. Si la gestión de la escuela toda debe estar centrada en las metas de la educación, en el aprendizaje y el desarrollo personal de todos los actores institucionales, subordinando a ello el trabajo administrativo con la ayuda de las autoridades externas a la escuela, en lo que concierne a la FCyE la exigencia crece porque es la unidad curricular especializada en atender un aspecto íntimo de la persona y de sus relaciones con los otros, es decir, los valores éticos y su expresión en la vida cívica.

La vinculación con la comunidad es un soporte esencial para las metas de la FCyE pues la escuela, no obstante su importancia cultural y formal, para los alumnos es un lugar de tránsito, una mediación para su desarrollo cognitivo, social y político, una ayuda para avanzar en su identidad ciudadana, de la cual la familia, las autoridades educativas y el conjunto de los actores gubernamentales no deben desentenderse. Así el éxito de la escuela depende, en un grado importante, de su capacidad humana y material de vinculación.
De lo anterior resulta que el docente, tiene la necesidad de apoyo en las orientaciones didácticas de su trabajo para atender de manera fructífera la vinculación. Entonces los objetivos de la reforma de la educación básica son una labor humanizadora ingente.

Tendencias generales de las temáticas abordadas en la Formación Cívica y Ética.
Pueden identificarse algunas tendencias pedagógicas en materia de formación en valores. Dos de ellas son contrarias a la formación valoral:
  • La Indoctrinación: consiste en tratar de influir, mediante procedimientos diversos pero fundamentalmente exhortativos y conductistas, sobre los juicios morales y las conductas de los sujetos, a partir de los valores propios de un grupo o de una persona.
  • La falsa neutralidad: conduce a los agentes educativos a negar que forman en valores, aduciendo su respeto a los valores propios de cada uno de sus estudiantes. Esto es contrario a la formación valoral porque no es posible educar sin formar valoralmente.
Otras, en cambio, derivan de posturas epistemológicas y pedagógicas más profundas y, por lo mismo, pueden prometer mejores resultados.
  • La tendencia prescriptiva. Al igual que la indoctrinación, desde esta visión de lo que se trata es de lograr que los estudiantes incorporen determinados valores y se comporten de determinada manera, para lo cual se recurre a la exhortación y a las metodologías conductistas del premio y el castigo. La diferencia con las tendencias indoctrinadoras estriba en que los valores que pretenden transmitir son explícitos y socialmente compartidos por la mayoría, y no propios de un grupo minoritario o persona.
  • Corriente relativista: surgida después de la Segunda Guerra Mundial ante una crisis profunda de valores, rechazan la existencia de valores universales y sostienen que entre las personas, como entre las culturas, éstos son legítimamente muy diferentes.
  • La tendencia social. En ella se parte del supuesto epistemológico de que los valores son culturales y se construyen en la relación con los demás. Esta corriente asume la definición de los valores morales como valores sociales.
  • La tendencia evolutiva del desarrollo del juicio moral. Esta corriente sostiene que los seres humanos evolucionan en su capacidad de ir definiendo criterios, de creciente nivel de complejidad y de perspectiva, de juicio moral.
  • La tendencia vivencial. Esta corriente sostiene que los valores se forman experimentándolos.



Estas corrientes de pensamiento pedagógico sobre cómo formar en valores se aplican a diferentes áreas de desarrollo de los valores, tales como:
  • La equidad de género esta tiene su base, en el respeto al otro y a la otra, respeto que se basa en el convencimiento de que los seres humanos tienen semejanzas esenciales y diferencias que deben reconocerse, valorarse y, cuando es necesario, protegerse.
  • La formación ciudadana o para la democracia: implica un conjunto de conocimientos básicos sobre la organización de nuestra sociedad y de nuestro gobierno, sobre las leyes que nos rigen, sobre lo que se entiende por democracia como forma de gobierno y como forma de vida.
  • La educación en derechos humanos parte del conocimiento y del reconocimiento de cada quien como ser humano con derechos semejantes a los otros seres humanos
  • La educación para el medio ambiente tiene una fuerte dosis de conocimientos, cómo consumimos, cómo nos transportamos, qué hacemos con la basura, si respetamos o no los recursos naturales y la educación para el medio ambiente también descansa fuertemente en las tres tendencias de formación valoral, y especialmente en la pedagogía de análisis de la realidad y de solución de problemas, así como en el diálogo y el trabajo en equipo.
  • La educación intercultural Supone llegar a la convicción personal profunda de que todo ser humano es digno de respeto, independientemente de sus creencias religiosas, de su raza, de su sexo, o de la cultura a la que pertenece.

De la formación con sentido nacional(ista) a la ciudadanía de la “aldea global”
Un rasgo que ha caracterizado a la formación ciudadana en México es su carácter nacionalista. Este sentido nacionalista ha impregnado, desde el siglo XIX, la orientación de la educación dirigida a grandes sectores de la población, con la finalidad de desarrollar sentimientos de lealtad a la nación y a las instituciones del Estado que la representan.
Entre los elementos que diversos autores han considerado como propios del nacionalismo se encuentran: la experiencia de un pasado común, el reconocimiento de un territorio y un gobierno compartidos, el contacto estrecho y rutinario entre sus pobladores, ciertas características y un lenguaje compartido, así como la voluntad para llevar a cabo tareas comunes.

Maya y Silva (1988) consideran cuatro dimensiones del nacionalismo que la escuela básica fomenta en los alumnos: una dimensión valorativa simbólica patriotismo; una dimensión económica que alude al proyecto económico de la nación; una dimensión política que refiere a la autonomía política, al rechazo a los intervencionismos y la vigencia de las instituciones republicanas; y una dimensión cultural que concierne a diversas manifestaciones culturales, étnicas y regionales.
El nacionalismo, como una herramienta de la unidad nacional, se vinculó con la idea del mestizaje. Tanto los liberales decimonónicos como el porfirismo y los gobiernos revolucionarios consideraron el elemento indígena como una condición local y comunitaria que debía superarse mediante la adhesión a una imagen homogeneizante de los mexicanos.
Las diferencias étnicas, económicas, culturales, sociales son un elemento al que se presta atención de manera reciente como componente de la identidad nacional mexicana. Con ello, el nacionalismo comienza a vincularse con la democracia como mecanismo para la inclusión, la expresión de diferencias y la participación, ancladas en el conocimiento y análisis de las condiciones que generan diferencias.
Es así como el sentido de pertenencia a la nación requiere fortalecerse en sus aspectos sociales, económicos y políticos para que contribuya a una formación de sujetos que se moverán en una sociedad interconectada e interdependiente.

La Formación Cívica y Ética en el proceso de articulación de la educación básica
La Formación Cívica y Ética se encuentra presente en el currículo de preescolar, primaria y secundaria, y se ubica en el campo formativo denominado Desarrollo personal y para la convivencia. Los planteamientos relativos al Desarrollo personal y social, en la educación preescolar, así como las asignaturas de Formación Cívica y Ética de primaria y secundaria contienen elementos que hacen factible una articulación curricular de los tres niveles, desde los contenidos que se plantean para este campo de formación. Lo anterior tiene que ver con que las propuestas se estructuran en torno a competencias y, para el caso de primaria y secundaria, los programas se organizan a partir de la secuenciación de competencias cívicas y éticas.
En el caso del preescolar, las competencias relativas al Desarrollo personal y social son consistentes con las competencias de los demás campos formativos que integran este nivel. En cuanto a las competencias de primaria y secundaria, su definición parte de una secuencia general que comprende toda la primaria y la secundaria.



Es evidente la necesidad de evaluar las características de la articulación que se logra en este campo formativo a partir del currículo. En este esfuerzo de articulación, donde se tienen en cuenta los niveles de desarrollo de los alumnos y no solamente contenidos temáticos, se precisa considerar con mayor fuerza los contextos sociales y culturales en que viven y se desarrollan los educandos
Así mismo el maestro y la práctica docente, los medios y materiales de apoyo, la gestión escolar y los alumnos, resultan de especial importancia las prácticas y las experiencias de creciente complejidad que cada nivel educativo puede ofrecer a los alumnos para aprender a deliberar, participar, dialogar, vivir sus derechos, expresar sus ideas.

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domingo, 16 de junio de 2013

Elementos contextuales que influyen en los aprendizajes y desarrollo de las competencias cívicas y éticas

¡Hey! en esta ocasión hablaremos un poco sobre esos elementos que forman parte del contexto diario de las personas y posibilitan o entorpecen el aprendizaje  de las competencias cívicas, con los  cambios que ha sufrido nuestra sociedad gracias a la creciente globalización hemos buscado nuevas formas para relacionarnos de manera efectiva dentro de la misma, ya que el mundo cada vez es más complejo, si bien hemos derrotado en cierta medida las barreras culturales aun existen ciertos signos sociales que merman la vigencias de los derechos humanos, los estilos de vida, la democracia, la legalidad, etc.

Estos problemas llevan a que la escuela actual se vea sujeta a nuevas exigencias para educar a sus moradores, la formación cívica y ética se ha vuelto un terreno formativo que se esta diversificando para otorgar las herramientas necesarias para desarrollarnos de manera satisfactoria en este mundo tan cambiante.

Son muy diversas las situaciones y problemas del contexto social a las que la FCyE puede dar respuesta, y las encontramos agrupadas de la siguiente manera:

  • Situaciones que afectan la vida y la salud.
  • Situaciones de riesgo y deterioro de la cohesión social.
  • Situaciones que amplían la perspectiva de la formación ciudadana.

A continuación se describen cada una de estas:

Situaciones que afectan la vida y la salud:

Deterioro ambiental: Hoy los asuntos relacionados con el ambiente se conciben como una responsabilidad y un derecho de los seres humanos. Esto  demanda establecer acuerdos nacionales e internacionales que garanticen la supervivencia de las condiciones naturales.   Por otra parte, el cuidado del ambiente implica el cuestionamiento de acciones emprendidas por grupos con fuertes intereses económicos, nacionales así como de sus negativas para involucrarse en los tratados y acuerdos internacionales orientados a fomentar el cuidado del ambiente,  Para la formación cívica y ética se plantea el reto de formar una ciudadanía informada y comprometida con el ambiente, capaz de exigir al Estado la aplicación efectiva de leyes que regulen los intereses económicos presentes en el uso y explotación de los recursos naturales.

Adicciones: Las adicciones, entendidas como la dependencia fisiológica y/o psicológica a alguna droga, es decir, a una sustancia que provoca alteraciones en las funciones del organismo al ser introducida en el mismo, independientemente del estatuto legal o ilegal de dicha sustancia, constituyen una referencia obligada de la formación cívica y ética, pues ésta también debe ser vista como un espacio donde los sujetos requieren aprender a tomar decisiones a favor de su vida.



Prácticas sexuales de riesgo: La sexualidad se ha reconocido como un componente de la existencia humana que comprende potencialidades como el género, los vínculos afectivos, el erotismo y la reproducción. Los aspectos éticos y ciudadanos en la educación sexual tienen que ver, por un lado, con el reconocimiento de la sexualidad como un espacio de expresión humana a través del cual las personas toman decisiones y ejercen su libertad. Por otra parte, la sexualidad asociada con el derecho a la educación, la salud, la cultura y propiamente con el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos, la convierte en un asunto que tiene una dimensión pública. En estrecha relación con el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, la consideración de la equidad de género fue imprescindible como parte del análisis de la sexualidad masculina y femenina,  también se ha visto asociada a situaciones de violencia y explotación, ante las cuales se requiere considerar la necesidad de que niños y adolescentes se expresen con claridad sobre las situaciones afectivas relacionadas con el cuidado de su persona, así como con los derechos que poseen.

Situaciones de riesgo y deterioro de la cohesión social:

Bulliyng: El acoso entre estudiantes se describe como  un fenómeno identificado, en los inicios de la década de los años setenta, en el norte de Europa consistente en prácticas de agresión intimidatoria que uno o varios alumnos ejercen contra otro u otros alumnos de manera persistente durante un periodo de tiempo prolongado. ha comenzado a ser considerada en los programas de Formación Cívica y Ética de Secundaria al igual que dentro del Programa Escuela Segura La consideración de la intimidación y el acoso entre estudiantes ha convocado a reconocer procesos que se generan en la dinámica escolar y que, por tanto, forman parte de la responsabilidad de directivos y docentes en cuanto a la construcción del ambiente social que priva en las escuelas.



Violencia e inseguridad:
Actualmente se reconocen otras manifestaciones de violencia que afectan el trabajo escolar  que tienen que ver con la actuación de los adultos, dentro y fuera del ámbito escolar. Las situaciones de violencia que cobran presencia en las escuelas pueden relacionarse, por una parte, con procesos exógenos como la exclusión social, la discriminación, el acecho de grupos delictivos y la criminalización de pre adolescentes y adolescentes. En estos casos, las escuelas son objeto de diversas formas de violencia. Por otra parte, al interior de la escuela también se identifican fenómenos relacionados con el rompimiento de los acuerdos de convivencia, la falta de respeto entre profesores y alumnos, la falta de relevancia de la enseñanza y la escasez de recursos, se han generado estrategias más amplias para consolidar las condiciones de seguridad, entendidas como el conjunto de condiciones que favorecen el bienestar en el trabajo escolar al encontrarse éste libre de violencia. En estos casos, las medidas se dirigen no solamente al desarrollo de habilidades en los alumnos, sino a la conjunción de esfuerzos de los diversos actores de la escuela.

Discriminación: El reconocimiento de la discriminación en México es reciente, así como el de sus diversas manifestaciones. La caracterización de la discriminación como un conjunto de prácticas y actitudes de desprecio hacia alguien por su pertenencia a un grupo al que le ha sido asignado un estigma social. La discriminación entraña una amplia variedad de aprendizajes para la formación cívica y ética relacionados con el reconocimiento de la igualdad de todas las personas ante la ley, para lo cual es precisa la identificación de actitudes y prácticas discriminatorias dentro y fuera de la escuela, que se encuentran arraigadas en la cultura y, por tanto, requieren de procesos de concientización y análisis, así como de la construcción de una cultura de no discriminación.  



Situaciones que amplían la perspectiva de la formación ciudadana:

Derechos humanos: Los derechos humanos se incorporan a la agenda institucional de nuestro país con la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y las comisiones estatales de derechos humanos en 1990.
México se suscribe en la Convención sobre los Derechos del Niño, así como la creación de la Ley de Proyección de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes en el año 2000. Con ello, la formación cívica y ética tiene, como una de sus tareas principales, la difusión de los derechos humanos, especialmente los que corresponden a la niñez, así como promover el análisis de las prácticas escolares que los favorecen o los dañan, para forjar en los alumnos la conciencia de que son sujetos de derecho.



Cultura de la legalidad: La cultura de la legalidad se introdujo en la agenda educativa del país a finales de los años noventa, como una respuesta ante el crimen organizado y los actos de corrupción, el interés por difundir una cultura de la legalidad concibe la necesidad de contribuir a la existencia de un Estado de derecho donde prive el cumplimiento de la ley y, de este modo, acabar con el crimen organizado y la corrupción, pero se pasa por alto el análisis del carácter justo de las leyes, así como la aplicación justa de las mismas, por lo que descuida el compromiso que un Estado de derecho debe tener con los derechos humanos además se omite el papel de la legalidad como principio de la democracia.

Interculturalidad:  La interculturalidad se concibe como una perspectiva que promueve una mirada distinta hacia la diversidad de culturas, al establecerse como una “educación en y para la diversidad, no sólo para los pueblos indígenas sino para todos los mexicanos, se concibe como un reto para la educación básica, y para la Formación Cívica y Ética representa la oportunidad de promover en los educandos un conjunto de disposiciones y actitudes para la convivencia solidaria y corresponsable, al tiempo que se aboca a la necesidad de impulsar el respeto y reconocimiento de las lenguas indígenas como portadoras de una perspectiva particular del mundo, así como a superar actitudes de menosprecio hacia diferencias culturales que son específicas de ciertos sectores de la población.

Equidad de género: La equidad de género es una situación que se constituye como un campo de lucha para garantizar oportunidades y derechos a hombres y mujeres por igual. La creciente incorporación de las mujeres a la vida pública y al trabajo remunerado, y el desarrollo de nuevos recursos para la anticoncepción contribuyeron, entre otros factores, a cuestionar los roles que tradicionalmente la sociedad y la cultura les habían asignado en el ámbito de la vida doméstica
La discriminación y la violencia por razones de género son situaciones contra las cuales se requiere del desarrollo de políticas públicas con perspectiva de género. La equidad de género plantea a la Formación Cívica y Ética el reto de promover competencias para el análisis de los prejuicios y estereotipos de género que impregnan la cultura y las relaciones entre alumnos, docentes y personal directivo. Asimismo, involucra la apertura de oportunidades para el aprendizaje y el desarrollo de capacidades de niñas, niños y adolescentes.



Cultura cibernética: La cultura cibernética entraña retos relacionados con el acceso, la interpretación y la evaluación de información, plantea el desarrollo de destrezas para la búsqueda, la interpretación y la organización de información, involucra capacidades para identificar la intención y la responsabilidad de quien produce y difunde una cierta información, también la necesidad de que los educandos construyan una perspectiva propia sobre la información que encuentran en la red. Para la formación cívica y ética es de gran importancia la posibilidad de interactuar con personas de otros contextos; conocer otras situaciones y problemáticas sociales que condicionan el ejercicio de los derechos y la convivencia democrática; identificar el lugar de personas de otras latitudes, y sumar esfuerzos para superar situaciones de injusticia, violación de derechos y violencia.          



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Fundamentos psicopedagógicos en los enfoques y programas de Formación Cívica y Ética

Benilde García Cabrero nos proporciona una vista  sobre lo que es la persona moral y las tres grandes capacidades que e deben de desarrollar para logra a serlo, así como  el papel que juegan las emociones morales y los aspectos afectivos que influyeron en los programas de Formación Cívica y Ética.A continuación presento un resumen extraído del libro: La formación Cívica y Ética en la educación básica: retos y posibilidades en el contexto de la sociedad globalizada.

El desarrollo de la persona moral
Las diversas aproximaciones a la educación moral difieren en sus concepciones de los rasgos que caracterizan el perfil ideal de una persona que se comporta moralmente de acuerdo con los principios de ética más elevados, y de  cómo se pueden moldear las experiencias de aprendizaje para ayudar a los  estudiantes a alcanzar ese ideal.
Las descripciones más generales de la persona moral ideal o de los factores  personales complejos que intervienen en el desarrollo moral, combinan elementos  conceptuales, motivacionales y afectivos.

Aunque la escuela tiene como uno de sus objetivos educativos fomentar  valores como el respeto, la tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad, entre  otros, la realidad de la violencia que se vive en las aulas se está convirtiendo en  parte de la vida cotidiana entre alumnos y profesores, por lo que la violencia  escolar ha dejado de ser motivo de asombro, lo cual debe ser considerado  como una alarma social.

Latapí (2002) señala que la formación cívica y ética debe, por un lado,  promover en los jóvenes la identificación y el análisis de condiciones favorables  para el desarrollo humano en sociedades complejas, heterogéneas y multiculturales, mediante el conocimiento, el ejercicio y la defensa de los derechos, la participación activa y responsable en los colectivos de los que forma parte  el individuo, y la formulación argumentada de juicios y posturas ante asuntos públicos.

La formación cívica y ética debe  atender el desarrollo de tres grandes capacidades:

1) el juicio moral
2) la sensibilidad afectiva a los aspectos morales
3) la autorregulación de los propios  comportamientos

El juicio moral implica el desarrollo cognoscitivo y crítico del educando, el  cual le permite plantear correctamente los conflictos que se le presentan.


Las aportaciones de la aproximación neuropsicológica al estudio del desarrollo moral, las emociones morales y la conducta pro-social

La moral involucra el conjunto de principios, criterios, normas y valores que dirigen  nuestro comportamiento y que guían la forma en que desarrollamos nuestras vidas, particularmente la manera en que convivimos con los demás. La moral está relacionada con el nivel práctico de la acción y permite tomar decisiones en situaciones  cotidianas de la vida diaria y en aquellas que representan conflictos morales.
Para que la formación cívica que implica, esencialmente, la regulación de la  vida social mediante normas de convivencia pueda ser exitosa, requiere que las  normas establecidas tengan fuerza moral, es decir, que sean adoptadas por la  mayoría de las personas y defendidas con convicción.
El desarrollo de la identidad moral  incluye pensamientos, sentimientos y conductas. El pensamiento moral constituye el  componente cognitivo de la moral, y comprende:
  • El razonamiento moral, que  es la manera como la gente piensa sobre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo  incorrecto, lo justo y lo injusto
  • La toma de perspectiva, entendida como la  capacidad de comprender los motivos y necesidades de los demás, lo cual resulta fundamental para que el razonamiento moral avance a etapas más desarrolladas o evolucionadas.



Los sentimientos, por su parte, constituyen el componente emocional de la  moralidad, e incluyen las emociones negativas como la culpa y la vergüenza,  así como las emociones positivas, como el apego emocional, la simpatía y la  empatía.
La Teoría Trinitaria de la Ética (Narváez, 2008) plantea que existen tres tipos
de ética vinculados con tres estructuras fundamentales del cerebro:
  1.  La ética de la seguridad. 
  2. La ética de la vinculación o del compromiso.
  3. La ética de la imaginación.

Los tres tipos de ética arriba mencionados están presentes, de manera simultánea, en el comportamiento de cualquier persona y que  la pre valencia de uno u otro tipo dependerá de qué tan bien se hayan desarrollado las estructuras básicas del cerebro, en que cada tipo de ética se  haya asentado, así como de las oportunidades que el ambiente haya proporcionado para desarrollarse como individuo.

El papel de las emociones morales en el desarrollo de la conducta pro-social

El desarrollo moral implica experimentar emociones y realizar conductas que reflejen preocupación por los demás, tales como: compartir, ayudar, estimular, mostrar una conducta altruista, ser tolerante y tener  voluntad de respetar las normas sociales.
Tangney, Stuewig y Mashek (2007) señalan que las emociones morales contribuyen a un mayor nivel de razonamiento y comportamiento moral, ya que  ayudan a las personas a distinguir características morales en contextos específicos, motivan el comportamiento moral, frenan el comportamiento indeseable o inmoral, y desempeña un rol comunicativo al revelar nuestras preocupaciones morales a nosotros mismos y a los demás.
Las emociones morales, de acuerdo con Haidt (2003), pueden ser tanto negativas (la vergüenza, el remordimiento y la culpa) como positivas (empatía y simpatía), siendo ambos tipos muy importantes para la vida moral, describe cuatro familias de emociones morales:

  •  Emociones de condena
  •  Emociones de autoconciencia
  •  Emociones relativas al sufrimiento ajeno
  •  Emociones de admiración


Todos los niños aprenden instintivamente que el mundo opera suavemente  cuando las reglas son obedecidas, pero también es cierto que al sufrir las dolorosas consecuencias de no obedecer las reglas, sobreviene la excitación y el  conflicto.
El individuo adquiere una serie de componentes de conocimiento negativo a través de sus experiencias y esto es lo que brinda soporte a su conocimiento positivo. El conocimiento episódico negativo es el contenido escondido de  nuestras reacciones morales.
El comportamiento moral y el comportamiento pro-social se han confundido a veces en la investigación psicológica, y mucho más en la práctica educativa. El comportamiento pro-social es un comportamiento voluntario orientado a beneficiar a otros. Sin embargo, este comportamiento puede llevarse a cabo por un sinnúmero de razones, incluyendo, además de razones verdaderamente orientadas al otro, razones egoístas y/o razones prácticas.

Los aspectos psicoafectivos en los enfoques y programas de Formación Cívica y Ética

En la formación de la personalidad cívico-ética interviene un aspecto sustancial inherente a la naturaleza humana: la afectividad. Ésta influye de manera determinante en la forma en que se desarrollan la reflexión y el diálogo.  Las emociones y los sentimientos organizan o desorganizan el funcionamiento mental, la reflexión y el diálogo en la toma de decisiones y en la participación en la vida ética y ciudadana.
García-Cabrero y Alba (2008) señalan que la inteligencia, la voluntad y la  afectividad no son procesos separados ni áreas que se organicen disociadas  en la educación. Aseguran que la habilidad para razonar correctamente respecto de situaciones moralmente difíciles.

Los sentimientos morales tienen  un rol fundamental en la motivación. Cuando se juzga que algo es bueno, nos  sentimos motivados a actuar de una cierta manera porque estamos predispuestos a sentir ciertas emociones motivadoras. Las reglas que están ancladas en los sentimientos son particularmente efectivas para guiar la conducta, ya que las emociones dirigen la atención y facilitan los procesos de memorización y, en consecuencia, también facilitan la internalización de las reglas.
Se requiere poner en práctica programas formativos en los que se promueva  el desarrollo de la sensibilidad ética, el juicio ético y la conducta pro-social de los maestros, programas en los que, mediante su participación en proyectos de intervención en escenarios escolares y comunitarios, los docentes modelen formas apropiadas de regulación emocional que les permitan internalizar las emociones morales y modelarlas, posteriormente, con sus alumnos.

La perspectiva sociocultural sobre el desarrollo moral

De acuerdo con el punto de vista de diversos autores (Nucci, 2001; Prinz, 2007), la moralidad está influenciada, en gran medida, por la cultura; es decir, diversos grupos sociales tienen valores morales diferentes. La cultura incluye aquellos aspectos que son aprendidos a través de la interacción social con otros miembros, o de la interacción con las cosas u objetos que otros miembros del grupo han creado. La cultura abarca componentes materiales, conductuales y psicológicos (hábitos, destrezas, ideas, valores) que pueden ser transmitidos socialmente.


Los miembros de un grupo social establecen lazos emocionales con la gente que los rodea, principalmente los cuidadores, los pares  y figuras prominentes que actúan como modelos de comportamiento moral. De acuerdo con lo que menciona Nucci (2001), cualquier persona en un determinado nivel de desarrollo puede percibir de manera diferente los componentes morales y no morales de las complejas situaciones sociales, de acuerdo con su nivel evolutivo.

Las narrativas “entran” en la mente del niño por medio de las diferentes voces que escucha en un contexto sociocultural determinado: en el contexto de la relación con su madre, padre, abuelos, personajes de cuentos o de la televisión, músicos o actores admirados por el niño o niña, etc. Son las voces de gente real que poco a poco se internalizan y se convierten en propias. Estas voces guían al niño cuando se enfrenta a situaciones de resolución de un conflicto o dilema moral y determinan, en gran medida, las acciones morales que él o ella muestra en dichas situaciones.

Desde la perspectiva sociocultural, resulta entonces importante tener especial cuidado con el tipo de lenguajes o discursos morales que rodean al educando y que van a conformar su desarrollo moral y sus acciones morales. Gilligan (1982) señala que existen dos voces predominantes en las sociedades occidentales, las cuales reflejan dos formas ideales de relaciones humanas: la voz de la justicia, orientada a la equidad, la reciprocidad e igualdad entre las personas, y la voz del cuidado, sustentada en el apego, el amar y ser amado, escuchar y ser escuchado, responder y recibir respuesta a las demandas propias y de los otros.

La adopción de una perspectiva sociocultural del desarrollo moral tiene  importantes implicaciones para la conducción de secuencias didácticas en  las que el uso del lenguaje debe ser cuidadosamente elegido para propiciar situaciones diálogicas, en las que las acciones morales mediadas por el lenguaje representen verdaderas oportunidades de construcción de una personalidad moral, orientada por los valores morales característicos de las sociedades democráticas más evolucionadas.